Reflexión sobre los apolíticos

La política, sin dudas, es una cuestión que perjudica a todo ciudadano, desde que nacemos hasta que dejamos de existir, se encuentra en todos los ámbitos, desde la alimentación, la vestimenta, y la vivienda, hasta en dimensiones más grandes, como la economía global y las libertades sociales. Por ende, no informarse sobre política, es no informarse sobre lo que somos capaces de hacer, nuestros derechos y nuestras obligaciones, así como la posibilidad de orden que nos proporciona la misma.
La corrupción, la injusticia, y el subdesarrollo existe, sin embargo la resignación al interés hacia la política, o en otras palabras, ser apolítico, como modo de protesta a la existencia de tales situaciones, no es la solución que necesita la estructura de un país, pues no permite transformar ni dar oportunidades a aquellas personas que están dispuestas a hacerlo. Tampoco lo es obsequiar el poder de decisión a otros ciudadanos, ante la cobardía de informarse, analizar y reflexionar sobre el futuro de nuestro país.
Actualmente estamos en un auge de la protesta, la lucha y la movilización, debemos tomar esto como una forma de vida que nos permita que la democracia sea lo más cercano al concepto real de democracia, y que los individuos en cargos de poder se encuentren en condiciones de representarnos y realizar un labor digno, con un extremo interés en los labores políticos más allá de la recompensa económica que reciben y sus intereses particulares.
El voto en blanco en las elecciones, es la perfecta metáfora de la situación de una persona apolítica, en su pensamiento, en su reflexión, no hay nada, no hay labor de investigación ni posee conciencia de la importancia de su opinión y su capacidad en masa, para lograr vivir en un lugar más justo, menos violento y más pleno, algo utópico, pero no imposible.

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