Canales marcianos: teoría que cayó



Durante el siglo XVII se había llegado a la conclusión de que la vida inteligente no era algo especial de la Tierra, incluso este no era tan diferente con respecto a los otros planetas.


En 1877, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli realizó un mapa de la superficie del planeta Marte, en la que señalaba la existencia de diferentes “canales”, los cuales serían estructuras naturales.

Camille Flammarion sostuvo que estas estructuras eran construcciones realizadas por una civilización inteligente marciana, quienes tenían la necesidad de abastecerse de agua. E incluso Nikola Tesla estaba convencido de dicha teoría sobre la existencia de otros seres inteligentes.


Por otra parte, Percival Lowell fue graduado en Matemáticas en la Universidad de Harvard, y alrededor de los 40 años se volvió fanático de los libros de Flammarion, por esta razón, quiso continuar con sus ideas. Buscó evidencia de la existencia de los canales y para ello ubicó su observatorio en Flagstaff (Ciudad de Arizona, EE.UU). A partir de esto escribió tres libros sobre la vida en Marte que tuvieron un gran impacto popular, entre 1895 y 1908, el éxito de estos era tan grande que los medios de comunicación estaban llenos de noticias sobre este tema.

“cuando esto se reconozca, y lo será finalmente, la moda será colocar los observatorios desde donde se pueda observar, más que ser vistos”.

La invención de la fotografía tuvo un papel muy importante en el desarollo científico, pues era la forma de que estos pudieran comprobar sus teorías. Debido a esto, Lowell envió a Oficina Alianza para fotografiar Marte durante la oposición de 1907. El pequeño tamaño del telescopio permitió realizar numerosas fotografías pero de menos de un centímetro, por lo que era poco observable. Además, las condiciones del procedimiento fotográfico provocaron que salieran muy borrosas.

En la ciencia, es de suma importancia verificar las observaciones, sobre todo con telescopios mayores, sin embargo esto no fue llevado a cabo.


A causa de esto, tiempo después Eugène Antoniadi declaró, trabajando en el observatorio de Flammarion, que con un buen microscopio y buenas condiciones de observación “no hay canales en absoluto, sino matices de brillo complejos resultantes de detalles irregulares, demasiado pequeños para ser accesibles a nuestros medios”. Por lo tanto, lo que había observado Lowell en ese entonces eran ilusiones ópticas causadas por efectos del telescopio o peculiaridades de la propia atmósfera.

La astrofísica había avanzado lo suficiente para obtener información sobre las condiciones atmosféricas de Marte, y los datos sobre temperatura, presión y composición química no eran compatibles con la existencia de agua líquida en su superficie. Esto nos dejaría con la confirmación de que actualmente los canales artificiales de Marte, solo existen en la Historia.


“Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de adaptar las teorías a los hechos”.
Párrafo de la obra “Escándalo en Bohemia, Arthur Conan Doyle, 1891.


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