Mitos que giran en torno a la ciencia

El mito de la ciencia radica en la idea de que el método experimental es el único que nos proporciona la certeza de una investigación, y para lograr esto, los grandes científicos no deberían tener sus propias creencias, fantasmas o pasiones. Justamente, como la objetividad es simplemente un ideal, se debe adoptar una actitud crítica a los que se nos da como afirmación, no por quitarle mérito a los investigadores, si no que pueden ocurrir cuestiones internas que modifiquen la concepción de una teoría, sin embargo esto no le disminuye prestigio a la imagen de la ciencia.

La ciencia busca ser venerada como una actividad superior, y desde el punto epistemológico, los elogios a estas investigaciones otorgan a los intelectuales una imagen de sabio, que encuentra las respuestas milagrosamente, respuestas que para la humanidad ordinaria son incapaces de resolver.

Para descubrir esto, los sabios se someten al empirismo, logran aprehender luego de observaciones pacientes y atentas, a la naturaleza de forma objetiva, quiere decir que todo lo preexistente, no es descubierto, ya que antes de las investigaciones ya se encontraba allí, sino que es comprendido por los intelectos.


¿Racionalismo o empirismo?

La reflexión teórica, más allá de la experiencia con los hechos, sostiene la supuesta base de la investigación, pues Galileo sería uno de los principales teóricos, sin embargo se refuerza el método experimental, donde se indica que Galileo, así como cualquier científico, también se apoyaba en los hechos y utilizaba sus manos acorde a su cabeza. Por el contrario al éxito, se afirma que también la mala física se realiza a priori, generando conflictos sobre si debemos adecuarnos a lo racional o lo empírico.


Hay una contradicción en la medida que, se cree que entre la ciencia y los mitos hay un abismo, pues en la primera se utilizan métodos más fundamentados e intelectuales que en los mitos filosóficos, que se basan en reflexiones mítico-religiosas. Sin embargo, a veces los mitos se encuentran más efectivos que la propia ciencia, pero el saber científico busca opacarlo, sosteniendo que el arte y la filosofía se basan en intuiciones o convicciones propias.

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