Análisis literario de Génesis parte I y III + Moisés

A lo largo de la obra se le atribuye al Dios la característica etopéyica de omnipotente, en la medida que, tiene la sabiduría de saber cómo y qué elemento colocar en la tierra para que este cumpla una función y sea acorde con sus alrededores, y posee el poder de hacer materiales sus palabras.
Las expresiones se encuentran en modo pretérito, por lo que se estaría tratando de un relato que describe los hechos de cada día de la Creación.

A partir del día uno se dio forma a su primera creación divina, la luz, y por tanto, las tinieblas, estos dos elementos hacen alusión al día y la noche, separados, por lo que hay una antítesis entre las partes. Al momento de decir “Y dijo Dios”, se reafirma el poder que tiene el mismo como creador, punto que se establece una anáfora a partir de todos los días siguientes. La expresión “Y vio Dios” plantea un juicio propio luego de la creación, evalúa y se asegura de que sus obras sean basadas en bondad y cumplan su función. Del mismo modo que cuando nombra a cada una de estas, las cuales mantienen su nombre hasta la actualidad. El tiempo de un día es establecido con la oración “y fue la tarde y la mañana..”, que está planteada en el texto como reiteración.

En el segundo día Dios posiciona un “firmamento” entre las aguas, hecho que se da a entender a través de la repetición de esta palabra, donde se separan las aguas sobre y debajo de este, denominada esta creación, cielo.

En el tercer día se da la creación de la tierra y la vegetación, esta última, se encuentra en su estado más natural y puro, reseña del color verde, y posterior a esta, junto con los árboles, deben dar semillas y fruto, esta indicación hace entender otra de las características de Dios como previsor, ya que prevee que su obra sea perpetua.

Al comienzo del cuarto día se aplica un polisíndeton, para darle una mayor densidad a través de una conjunción, en este caso la “y”, al mismo tiempo que se realiza una enumeración de unidades de tiempo, ya que Dios no piensa simplemente en el presente si no en estaciones, días y años. Con respecto a esto se da la creación de dos lumbreras, metáfora que da a entender al sol como la lumbrera mayor y a la luna como la lumbrera menor, ambas separadas por una antítesis relacionada al día y la noche, pero que se complementan entre sí, ya que el movimiento de estos ayudaría al hombre a registrar el tiempo. Sin embargo evade las tinieblas con otra de sus creaciones: las estrellas, que estarían presentes en mayor o menor medida en ambas partes del día. Los pensamientos de este aparecen de manera creativa e inteligente, ya que piensa de manera exterior a sí mismo y con el fin de realizar una armonía entre todas las creaciones.

En el día cinco crea las criaturas del mar y del cielo, incluída en estas las ballenas y las aves respectivamente. Son los primeros elementos que Dios bendice y les otorga la posibilidad de reproducirse acorde a su especie, para mantener la existencia de la misma.

Al sexto día crea los animales terrestres, a través de una enumeración y conjunto a este, al hombre. Este expresa que su creación se da a su imagen y semejanza, sin embargo la manifestación “nuestra” podría tener un significado en la trinidad de Dios, Hijo y Espíritu Santo. El creador plantea dos seres dominantes opuestos, varón y hembra, en su estado más puro. Por otra parte, a diferencia del resto este les otorga, además de su bendición de reproducción, la de tener un dominio sobre todas las especies y elementos que creó anteriormente, por lo tanto “sojuzgadla” refiere a la función de administración del hombre como autoridad sobre la tierra, por el permiso de Dios.

Además de esto, les otorga información sobre sus fuentes de alimento, las cuales son totalmente bastas para su vida entera. Al final del día Dios observa que su obra ha sido buena en gran manera, y esta ha mantenido un orden de acuerdo a su función, por lo tanto se realizó una gradación creciente, teniendo en cuenta las plantas, los animales hasta el ser más asemejado a la divinidad y más dominante, el hombre.

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El capítulo 3 comienza con una característica etopéyica de la serpiente, de modo que esta era la más astuta de todos los animales que Dios había creado. Esta comienza a través de una pregunta sobre la prohibición de comer los frutos del huerto, tratando de hacer dudar a la mujer, que estaba segura de no permitirse el fruto del arbol de la ciencia.

Esta astucia se ve reflejada cuando convence a la mujer que por comer del fruto no morirá, por lo tanto, al creer en las palabras de la serpiente, se le puede atribuir a la mujer la etopeya de ingenua. Posteriormente el animal impone una metáfora, “serán abiertos vuestros ojos” haciendo referencia a que podrán conocer o ver la verdad si lo hacen, e incluso, a través de una comparación le dice que serán como dioses. Tenie ndo en cuenta que estos últimos tenían la capacidad de ver el bien y el mal. Por lo tanto esta serpiente despertó la curiosidad de la mujer sobre el fruto, lo que la convirtió en ambiciosa, ya que debido a sus palabras, ahora deseaba probar del fruto prohibido, así su curiosidad la hizo cometer el pecado original.

Luego de morder el fruto, se cumplen las palabras de la serpiente, tanto la mujer, como el hombre que también aceptó la tentanción de probar de este, adquieren el conocimiento, habían violado la única regla que Dios le hizo, por lo tanto pierden su pureza e inocencia. Esto último se puede apreciar en el hecho de que supieron que estaban desnudos, el árbol de la ciencia del bien y el mal no les permitiría ser como dioses, sino ser conscientes y avergonzarse de su desnudez.

Existe una posibilidad de que Dios ya tenía previsto de que no cumplirían con su condición, por lo tanto ya tendría sus respectivos castigos, e incluso aunque estos quisieran esconderse al ser un Dios omnisciente no habría manera.
Este al encontrarse con las personas, les realiza una serie de preguntas, con el fin de que estos acepten su responsabilidad, sin embargo tanto el hombre como la mujer dicen ser engañados, por lo tanto se les atribuye la etopeya de desleal.

Ante estas acciones Dios les impone un castigo a cada uno de los involucrados, en el texto se da una gradación creciente, de modo que los castigos van primero para la serpiente, la mujer y luego para el hombre, esto compromete a la descendencia de cada uno de estos, el castigo tiene la característica de permanente.
A la serpiente la obligará a arrastrarse toda su vida, haciendo referencia con el polvo, y le da una enemistad a la mujer de modo que al encontrarse con ella le mordería el tobillo, sin embargo esta le aplastaría la cabeza. A la mujer le atribuye el dolor de parto y una función, la cual es servirle al hombre por el matrimonio. En cuanto a este último lo castiga con el trabajo, y le aclara que ambos han perdido la inmortalidad nombrando su origen en el polvo, y en que en este se convertirá.

A pesar de esto Dios se comporta de manera piadosa y les otorga una vestimenta, sin embargo tiene en cuenta que se ha vuelto igual a “nosotros” nombrando a la trinidad, que conoce el bien y el mal, por lo tanto para prevenir que tomen el fruto del árbol de la vida y se conviertan en inmortales, los aleja del mismo, son echados del huerto de Edén. Esto implica que Dios ya no confía en el hombre y la mujer.

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MOISÉS

Moisés es un personaje del cristianismo, pero también se habla de él islam y el judaísmo, se le atribuye que fue enviado por Dios para librar al pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y pese a que no hay datos históricos de su existencia, Moisés es uno de los personajes claves en el judaísmo. Según la tradición bíblica transimitió la Ley del pueblo hebreo y sentó las bases para el sacerdocio y el culto israelita.

Nació en el siglo XIV a.C. En Gosén, Antiguo Egipto, sus padres fueron Amram y Jocabed. También tuvo dos hijos los cuales fueron Gershom y Eliezer.

La historia popular cuenta que durante la época del nacimiento de Moisés, el Faraón decretó que todos los hijos israelitas primogénitos fueran ejecutados, la madre de Moisés logró ocultarlo durante tres meses tras su nacimiento y luego lo colocó en una cesta que depositó en el Rio Nilo, por lo que la hija del Faraón se encontraba bañándose en ese momento y encontró la criatura.

Cuando Moisés creció visitaba a los esclavos y no conforme con la injustica comenzó a revelarse al punto de matar uno de los capataces egipcios, acto que le costó el exilio por 40 años, mientras cuidaba rebaños de cabras en Madian.


Al tiempo Moisés regresó a Egipto a liberar a su pueblo, y es cuando comienza la historia de las diez plagas que cayeron sobre la ciudad, sobre el agua que se volvió roja en el Nilo, insectos, ranas, ganado muerto, úlceras, langostas, granizo, oscuridad etc, y posteriormente la liberación de los judíos, el éxodo por el desierto y los más fundamental la subida al Monte Sinaí y la revelación de los diez mandamientos escritos por la mano Dios y entregados a Moisés, para que luego los israelitas pasaran a la Tierra prometida sin él, ya que se le había prohibído el paso por un pecado del pasado, donde había mandando a espiar esos territorios y como muestra de la fertilidad de estos traer uvas gigantes, por lo que termina muriendo en el desierto.

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