Anaximandro de Mileto y su arjé

Anaximandro de Mileto fue un filósofo presocrático de los siglos VII a VI a.C. fue discípulo de Tales de Mileto y posteriormente maestro de Anaxímenes, se considera que fue el primer cosmólogo. Se le ha atribuyó la creación del primer mapa de la Tierra, realizó una obra en torno a la naturaleza, de modo que explicara “el constitutivo último de las cosas”, el cual se encontraba propiamente dentro de estas, y también introdujo las ideas de evolución, que para aquella época ya eran algo revelador, reafirmando además la existencia de un origen en la naturaleza como “arché”.

Anaximandro fue el primero en introducir el concepto de “principio”, considerando que el elemento primordial de todas las cosas (arché) es el infinito, denominado ápeiron. Por lo que descarta totalmente que el arché pueda ser el agua, o algún otro elemento, pues al tomar uno de estos estaría limitando algo que no tiene fin, considerando la idea de que el agua no puede engendrar su contrario, el fuego, ni este al revés, sino que uno se impondría en el otro de manera total.

Sin embargo surge una problemática en torno al arché: el concepto de origen o principio. Por esta razón al comienzo del texto este se escribe con comillas. Ya que no se puede tomar como el principio primordial al ápeiron debido a que proclamarlo como el inicio, implicaría que hay algo más grande que este y el ápeiron es simplemente su punto de partida, lo cual no es así, ya que si hay algo, ese algo es el propio ápeiron, el infinito, sin límite alguno, debido a que este no cuenta ni con un principio ni un final, ya que al hacerlo se lo limitaría, y es donde absolutamente todo lo existente surge, de manera cíclica, por lo tanto se le atribuye otra característica: generador. Aparte de esto, es inmaterial, por lo tanto no tiene forma; es inengendrado e indestructible.

El filósofo afirma que este ápeiron se encuentra en un continuo movimiento, donde se encuentran los pares básicos, separados posteriormente teniendo en cuenta su oposición (Frío-Calor, Seco-Húmedo); producto del choque de elementos en el infinito surge la materia, y dentro de esta habitan los opuestos, los cuales se encuentran en una continua lucha dentro de la naturaleza, puesto que no pueden darse los dos a la vez, uno intenta imponerse sobre otro, siendo así una injusticia. Sin embargo existe una ley de justicia que regula la existencia de estos, se dice que es “ordenadora y restablece el equilibrio”, pues al producirse un desequilibrio en la fisis, esta realiza una sanción hacia el contrario que se impuso sobre otro, teniendo en cuenta el orden del tiempo, logrando así la armonía.

Como consecuencia de la lucha de contrarios, se da el deterioro de la materia, el cual lleva a la destrucción, otorgándose así a esta última la característica de destructible, por lo cual esta sí tendría, necesariamente, principio y fin, pues es engrendado, sin embargo, al ser el ápeiron regenerador, ocurre un ciclo, en el fin de la materia se vuelve a generar materia otra vez. Esta destrucción es necesaria según la ley de justicia, ya que deben cumplir un castigo debido a las injusticias sucedidas en la fisis. Por lo tanto este “principio” primordial también es razón reguladora del cosmos, o sea, regula lo existente, y se habla de infinitos cielos por la misma razón, el deterioro y el engendro de materia, cumple un ciclo ilimitado.

A continuación se trata la formación de las esferas, los cuales posteriormente serían llamados cuerpos celestes, afirmando que la tierra se encuentra en reposo en el centro, debido al equilibrio de las fuerzas, y encontrándose a distancias equidistantes. Cabe destacar que esto da lugar a un contraargumento, ya que no sería posible conocer la ubicación de la tierra o materia, y menos que esta sea el centro, debido a que siendo el ápeiron infinito, no habría ni un principio ni un fin.

Cabe destacar, que este infinito que es representado con un caos o torbellino, el cual contiene un componente cosmogónico nombrando a Hesíodo, a pesar de que el pensamiento de Anaximandro se encontrara dentro de la cosmología, pues dicho está que esta busca establecer el inicio de las cosas por medio de la razón, sin embargo mantiene la esencia de lo cosmogónico. Esta representación, sirve como defensa respecto a que la tierra se encuentre en reposo, ya que lo que se halla en el medio del caos (torbellino) se mantiene inmóvil, tal como la tierra según el filósofo, y lo único que está en un incesante movimiento, es el ápeiron.

Aún así, se desprende de pensamientos anteriores, donde Tales atribuía el movimiento de la tierra a través del agua, e indica que esta no necesita de un elemento de apoyo, y permanece en equilibrio debido a la constante lucha de los opuestos, que a pesar de esta lucha se atraen entre sí. Respecto al surgimiento de los astros, menciona que alrededor de la tierra se encuentra el fuego y aire condensado, por lo que se producen anillos que circundan a esta, cuando estos anillos se rompen, se da la formación de otros anillos, los cuales serían los astros, tales como la luna y las estrellas. La idea de los anillos podría bien compararse con la corteza de un árbol.

Por último, se nombra la conformación de los seres humanos, imponiendo la idea de dependencia que tenemos durante nuestras primeras etapas de vida. No obstante, su conformación es punto de crítica, debido a que menciona el nacimiento de los seres humanos en el interior de los peces, y no salen de estos hasta completar su etapa de supervivencia, esto de alguna forma ubica a los seres humanos como una especie de parásito. Pero lo más importante ante estas afirmaciones, es que se da el concepto de evolución, ya que el hombre es producto de un largo proceso de adaptación.

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